Columna publicada el sábado 18 de abril en el Diario La Tercera
El pasado martes comenzó en la Comisión de Trabajo de la Cámara de Diputados la votación en particular del proyecto de ley que moderniza las relaciones laborales. El propósito de esta ley es claro: fortalecer la negociación colectiva y construir espacios de diálogo equilibrado al interior de la empresa, para de esa forma, aportar tanto a la reducción de la desigualdad como a la productividad.
Luego de dos meses de audiencias públicas, se presentaron una importante cantidad de indicaciones por parte del Ejecutivo y diputados de distintas bancadas. El número total de indicaciones (más de 800) se ve abultado, pero lo cierto es que más de la mitad de ellas son ajustes técnicos o de simple referencia. Además, muchas indicaciones son muy similares entre sí, por lo que viene un importante trabajo de sistematización que permita ordenar el debate. Hay que recordar, finalmente, que el Ejecutivo posee iniciativa exclusiva en materia de negociación colectiva.
Las indicaciones introducen perfeccionamientos en cinco áreas principales: en materia de sindicalización; perfeccionamientos en la definición de servicios mínimos; perfeccionamientos en materia de medidas de género; perfeccionamientos en materia de negociación en sindicatos interempresa, confederaciones y federaciones; y una serie de perfeccionamientos técnicos en materia de procedimiento. Todas ellas, sin embargo, no alteran lo que son las ideas fundamentales del proyecto, el que a su vez, replica lo que fue el programa de gobierno.
¿Se trata ésta de una simple reforma “sindical”, como acusan algunos, con un cierto tono peyorativo hacia los sindicatos? Ciertamente no. La reforma busca conciliar armónicamente la productividad con los derechos colectivos de los trabajadores. El proyecto se inserta, a su vez, en una agenda laboral mucho más amplia, que aborda capacitación, fortalecimiento de la Dirección del Trabajo, seguro de cesantía, entre otras materias, para promover mayor empleabilidad y mayor crecimiento.
¿Debe ser un objetivo aumentar las tasas de sindicalización y de cobertura colectiva? A nuestro juicio sí. Existe evidencia a nivel internacional que muestra una correlación positiva entre tasas de cobertura colectiva e igualdad. Un reciente artículo del FMI afirma que, controlando diversas variables relevantes como cambio tecnológico o innovación, existe una correlación entre concentración de la riqueza y declive de la sindicalización, y por ende, el aumento de la desigualdad en economías avanzadas.
El actual marco legal es abiertamente insuficiente y no protege adecuadamente a los trabajadores. Esta insuficiencia provoca tensiones que es mejor abordar a tiempo. Al no encontrar un cauce adecuado para expresar demandas, pueden proliferar las manifestaciones y paralizaciones de hecho. Al mismo tiempo, como no existe posibilidad de conversar fructíferamente entre trabajadores y empleadores acerca de las realidades y necesidades concretas de las empresas, lo que termina ocurriendo es que esa demanda se traslada al poder político, cayéndose en una sobre regulación de sectores económicos específicos.
Proponemos reformar una legislación que ya tiene 36 años de aplicación. Era esperable que se generara la gran discusión que se está dando. Nada más sano para una democracia que debatir abiertamente cómo piensa organizarse y distribuir los frutos del progreso de todos. El llamado es a analizar con espíritu constructivo esta reforma.
Columna publicada el sábado 18 de abril en el Diario La Tercera